lunes, 2 de noviembre de 2015

San Juan Bautista de Carrizal (I)

TÍTULO I
ANTECEDENTES

El 21 de junio se celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año.  Hay dos momentos en el año en que la radiación solar a medio día golpea la faja tropical del planeta en máxima angularidad generando mucho calor.  Son los dos solsticios, uno de verano que se produce el 21-22 de marzo y el otro de invierno el 21-22 de septiembre.  En ambas posiciones la duración del día es máxima con respeto a la duración de la noche.  Sólo que en solsticio de verano para el hemisferio norte, la duración del día va en increscendo hasta llegar al 21-22 de junio cuando el trópico de cáncer, colocado 23.5 grados al norte recibe la máxima luminosidad de más de 13 horas de sol.
En cambio la duración del día desde el 21-22 de septiembre va en decremento por que se aproxima el invierno.  Todo lo contrario ocurre en el hemisferio sur.
La celebración del solsticio es muy antigua.  La fecha establecida por la iglesia para conmemorar a San Juan coincide aproximadamente con el solsticio de invierno, oportunidad en la que se practican diversas prácticas rituales paganas destinadas a avivar y conservar el brillo del sol, fuente principal de energía. La naturaleza, el hombre y el cosmos  celebran una fiesta cargada de poder y magia.  Las hadas andan sueltas por los bosques.  Los agricultores elevan sus oraciones al cielo para agradecer al verano sus cosechas.  Es también momento para agradecer la fecundidad de la tierra.
Fogatas y distintos ritos se repetían en las montañas, valles, cañadas y ríos, pidiendo al sol que no permitiese perder su esplendor. Por eso alrededor del 20 de junio, se realizaban toda clase de celebraciones para agradecer al sol por su luz.
En definitiva, la atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta y es el momento propicio para llenarnos de magia, ilusionarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos toda clase de cuentos, anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que nos sepamos. La Noche de San Juan, la de las tradiciones mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche. Los ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido pequeños objetos, conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo de hacer desaparecer los malos espíritus.
La noche y el amanecer, están dedicados a San Juan en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas que se manifiestan en esta mágica jornada, en la que todas las sociedades tradicionales de Europa y América ponen en marcha numerosos rituales de antiguo origen y profunda funcionalidad cultural. La fiesta no es específica de localidades concretas, sino que se extiende por toda Europa y América con diversas variantes.

 
 Titulo: San Juan Bautista, 1513-16

Características: Óleo sobre tabla 69 x 57 cm.










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