miércoles, 3 de junio de 2015

La Farmacia de la Abuela (III)

LA FARMACIA DE LA ABUELA
(III)

La noche que nació mi hermanita, nosotros los muchachos “no pegamos un ojo”...esperando a la cigüeña, ese pájaro de tamaño descomunal y cuello largo, trayendo en su pico rojo a un bebé envuelto en pañales.  Velamos la casa de bahareque con el iluminado de estrellas y una hermosa cuna de plata de un cielo campesino.  Observábamos al trasluz del follaje…¿Cuándo llegó ésta emblemática ave? No lo sé.  Pero quedó grabado en mi mente los preparativos hechos por mi abuela en el nacimiento de un niño.  Ella nos enviaba a buscar en su huerto el ajenjo, la artemisa y el pasote, hierbas con las cuales preparaba un bebedizo ocre que endulzaba con miel de abejas y que suministraba a razón de una copita en ayunas y otra antes de dormir.
El día en que nació mi hermanita, mi papá escogió una gallina  entre las 100 que criaba, luego se escondió detrás del depósito para “torcerle el pescuezo” y mi abuela se encargó de hacer el hervido, con muchas papas, fideos y maíz.  Este hervido y el caldo de pichón de paloma, lo preparaba mi abuela para la ocasión en la que había algún convaleciente en la casa; además el agua donde hervía el maíz para el hervido ó las arepas, no la desperdiciaba ya que lo endulzaba con papelón y se la daba a las parturientas para aumentar la leche.
Para quitarle el sereno a mi hermanita y procurarle una mejor respiración, colocaba mi abuela una olla en el fogón, tomaba un algodón y lo impregnaba de aceite con una pizca de alhucema y se lo colocaba en la “mollera” sostenida con un gorro y  a mi mamá, también la mantenía bien abrigada, con varios cobijos y unas medias hasta la rodillas, para evitar el “sereno”.
Si  alguna persona de mi familia o del vecindario llegaba a la casa con un fuerte dolor de estómago, recogía mi abuela del jardín hojas de yerbabuena y menta, preparaba un té y “santo remedio”…



José G. Salas

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