jueves, 21 de mayo de 2015

Día de la Diversidad Cultural

DÍA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL




Nuestra diversidad cultural es patrimonio común de la humanidad. Es una fuente de renovación de las ideas y las sociedades que nos permite abrirnos a los demás y concebir nuevas formas de pensar. Esta diversidad es una oportunidad para la paz y el desarrollo sostenible. En la recta final para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la UNESCO reafirma su alegato y su acción en favor del vínculo que une la cultura y el desarrollo sostenible. La resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2013, en que se reconoce el papel de la cultura como motor y facilitador del desarrollo sostenible, es una invitación para movilizar más aún el potencial de la diversidad cultural.
Esta diversidad es un valiosísimo recurso para alcanzar los objetivos de desarrollo, ya se trate de combatir la pobreza, promover la igualdad de género, la educación de calidad o los derechos humanos, y debemos incorporarla plenamente en las estrategias mundiales de desarrollo sostenible.
El Informe sobre la Economía Creativa de las Naciones Unidas, preparado conjuntamente por la UNESCO y el PNUD en 2013, mostró que el crecimiento de la economía creativa era de los más rápidos del mundo. En efecto, el comercio mundial de bienes y servicios creativos alcanzó en 2011 el nivel sin precedentes de 624.000 millones de dólares, dos veces más que en 2002. Nuestra diversidad cultural, que abarca desde la concepción hasta la producción de productos audiovisuales, desde el espectáculo vivo hasta los nuevos medios de comunicación, desde la edición hasta las artes visuales, es una diversidad creadora. Genera empleos e ingresos, lleva consigo identidades y referencias colectivas, y contribuye, de esa forma, en nuestro mundo globalizado, a la cohesión social y a la autoestima.
En esta doble índole, económica y cultural, radica el gran mérito de los bienes y servicios culturales. Es una especificidad que responde a la creciente demanda de políticas más integradas, capaces de incluir al mismo tiempo las dimensiones económicas, sociales y ambientales del desarrollo. La cultura no es una mercancía más, y este principio reconocido en el plano internacional por la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, aprobada en 2005, es el hilo conductor para elaborar estrategias de desarrollo más innovadoras y más sostenibles.
Vivimos en la era de los límites -límites de nuestros recursos, límites de nuestro planeta- y nuestra respuesta debe consistir en liberar el recurso renovable más poderoso con que contamos, la inteligencia y la creatividad humanas. Nuestra diversidad cultural es un estímulo para la creatividad. Invertir en esta creatividad puede transformar a las sociedades. Nos incumbe desarrollar en los jóvenes la educación y las competencias interculturales para mantener viva la diversidad de nuestro mundo y aprender a obrar juntos, en la diversidad de nuestras lenguas, culturas y religiones y generar así el cambio.

Exhorto hoy a todos los Estados Miembros de la UNESCO a que transmitan este mensaje al más alto nivel, a fin de integrar la cultura y la diversidad cultural en la agenda de desarrollo sostenible después de 2015. Hagamos de la cultura una prioridad, ahora mismo.

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