miércoles, 8 de abril de 2015

Fincas Inmediatas a Carrizal

FINCAS INMEDIATAS  A CARRIZAL

Desde sus primeros pasos, los pioneros o familiares fundadores de Carrizal tuvieron como norte el trabajo  AGROPECUARIO,  destacando la faena ruda del sembradío o del arado. Aunque pobres, la mayoría  contable con vaca de leche y algunos con uno o dos bueyes. Eran los tiempo del añil, el trigo, los granos de habas, hortalizas, aves de coral y en las cuesta  el maíz; en los terrenos  suaves la papa y otros rizomas  y tubérculos. Finalizando el siglo XVIII, por  los años 1795 bajos, lomas, declives y cumbres montañeras quedaron cubiertas de un nuevo grano que dominaría en los dos climas (templado y cálido)  de la región, llamado CAFÉ. Poco quedaron exentos de la tentación, y los fértiles territorios de abundantes aguas AL TUY (vertientes en los cuatros) derramaron sus cornicopias de DINERO BIEN GANADO A PLENO SOL, y  en las cosechas  al leve soplo del céfiro cargado de niebla gélida. Los días eran santificados, y los cantos de cosechas fonéticas religiosas: “Oh virgencita querida / ayudame a ganá el pan/ aligera mi partida/ que mis hermanos  se van”, otra semejante: “Santa Virgen  milagrosa/ cuídame de cangilones / de la araña ponzoñosa /  de tropiezos y resbalones “.
Pocos eran los hombres dedicados a la recolección  de café y muchas las mujeres y muchachos canasta al cinto apuñando el rojo producto bajo sombra de guamas, jabillos y bucares,  expuestos a las mordeduras de culebras, picadura de arácnidos y minúsculos  insectos perniciosos, sin embargo, obtenían suficiente para la compra de la comida y la ropa, incluyendo las alpargatas y la “fumada o el trago”, y luego “CACHIMBO Y TROJA”  en las noches de luna o de “oscurana” (oscuridad).
Al ritmo de la siembra y la cosecha el pequeño vecindario, sujeto a todas las virtudes, el amparo de los padres y al resguardo de los hermanos mayores, CARRIZAL vive en paz y favorecido por el bien y el progreso. Unos alcanzaron riquezas con los cultivos de anchos y extensos cafetales; otros dedicados al comercio del grano, y  pocos entregados al vicio, ocio, los timos y la zanganería. La solvencia en los tratos la registraban  con pocas palabras: Lo que digo lo cumplo con o sin testigos o “mi palabra es un documento”. Cuando doña Melchor Ana de Tovar y Bañez compró, el campo estaba casi virgen, con pequeñas huertas y conucos. Igual sucedía con San Antonio, Los Teques y San Pedro. Pero ya existían los sitios mencionados y San Diego, Paracoto, Tácata, Charallave, Sabana de Ocumare y Macarao.
Entre las firmas o haciendas que rodeaban a Carrizal bien entrado el primer cuarto del presente SIGLO XX los dueños de los cafetales, eran entre otros los que indico de seguida: LANDA, parte de Alberto Machado, Eduardo Pérez Benitez  y otra de Manuel Bravo, incluyendo a Corralito (Corralito, Montaña Alta, Colinas de Carrizal  y Altos de Corralito); El Potrerito, de los Álvarez, hasta los años setenta por don Vicente  Campagna; La Yerbabuena y sus amagamientos y anexos fluviales, de los Biord (don Raúl e hijos), Manuel Canino, Marcelino Alfaro, Manuel Mujica  y Encarnación Rodríguez; La Guadalupe, de Gregorio Cordovez, la mayor parte; la Oficina, de Ángel Maria Marrero; los Mangos, de Pantaleón Carrasquel: San Pablo, de Santos Ochoa; Bajo de la Llanada, de  Francisco Hernández  y Pedro Pérez; la Aguadita, de Lino Cartaza, y otros que figuran en mi trabajo HISTORIA DE CARRIZAL.
Los nombres de las personas mencionadas  los he obtenido en conversación y entrevistas con lugares mayores de setenta años. Pero la lista todavía está incompleta, y vendrán a enriquecer el mosaico  de propietarios de sembradíos, otros personajes


DE: ANIBAL LAYDERA VILLALOBOS

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