miércoles, 11 de marzo de 2015

Caciques de Venezuela V

CACIQUES DE VENEZUELA
Parte V

 El 25 de Julio de 1567, día de Santiago Apóstol, patrono de España, Diego de Losada reorganizó sus tropas y con un fuerte pelotón, logra fundar la ciudad de Santiago de León de Caracas, con lo cual obtuvo, al menos por ahora, el control de la región.
En 1568, como ya se dijo, Guaicaipuro y sus aliados perdieron  la gran oportunidad de expulsar al extranjero en Maracapana, en la batalla en la que participarían todas las tribus aliadas.  Tiuna llegó puntual a aquella región cercana a Caracas con casi 4000 hombres, unido a los caciques Guaicamacuto y Aricabuto. Estaban listos  Naiquatá, Uripatá, Acarigua, Mamacurí, Querequemare, Prepocunate, Araguaire y Guarauguta con 7000 guerreros.  Chacao y Baruta también llegaron.
 Guaicaipuro que debía presentarse con 2000 guerreros, no llegó al sitio debido posiblemente a una fuerte lluvia que no dejaba avanzar sus tropas, lo que agravaba la situación, pues, era él precisamente, el coordinador general de la batalla.  Tampoco habían podido arribar  Paramaconi, Urimare y Paramacay  quienes  debían participar con 2000  tarmas.
Los jefes se impacientaban.  Llegó el mediodía y nada se sabía de Guaicaipuro.  Comenzó entonces a cundir la desconfianza y a bajarse los ánimos.  Al avanzar la tarde, algunos caciques comenzaron a retirarse, pero otros, motivados por el cacique Tiuna decidieron presentar batalla.
Diego de Losada recibió la noticia del ataque de los indígenas y con la calma que siempre le caracterizó, se puso su uniforme militar, calzó sus botas, tomó sus armas y salió a enfrentar el gravísimo peligro en que se hallaba.  Se reunió con los  jefes de infantería y procedieron a  dar batalla de inmediato. Con sus lanceros se abrió camino, luego dejó que los infantes cortaran a discreción los cuerpos semidesnudos de aquellos valientes caribe que  cansados de viajar y de esperar por horas las órdenes, tenían ahora la obligación de defender su honor.
La batalla fue desastrosa para la coalición, aquel día previsto por Guaicaipuro y su consejo de guerra para la expulsión del invasor, sirvió más bien para afianzar el dominio español sobre el hermoso valle de los Caraca.  Los caciques decidieron retirarse, pero el orgullo guerrero de Tiuna se negaba a aceptar la derrota.  Presentó batalla a Losada y en voz alta lo desafió a medirse de hombre a hombre.
Losada acepto pero  delegó el reto en Francisco Maldonado, quien montó en su caballo y con lanza en ristres se dirigió a matar al jefe indígena.  Tiuna lo hirió en el muslo, lo tumbó del caballo y estuvo a punto de matarlo si no hubieran intervenido rápidamente los jefes de infantería Gallegos, Pinto y San Juan.  Tiuna hirió a Gallegos privándolo del sentido; atravesó el brazo de San Juan y estaba a punto de golpear a Pinto con su garrote, cuando según las crónicas, un indígena que actuaba bajo las órdenes de Maldonado, lo atacó por la espalda y lo atraveso con una flecha .  Así terminó la batalla de Maracapana y la vida de este valeroso cacique.
Derrotados en forma contundente, la coalición se disolvió y los jefes regresaron a sus tierras.  Guaicaipuro con el orgullo profundamente herido,  regresa a Suruapo, pero su espíritu inquieto de  guerrero no lo dejó en paz. Ese mismo año reorganizó sus tropas y con toda la pasión caribe, atacó a Diego de Losada causando grandes destrozos y muchas muertes.
Losada, en un ataque de cólera y fuera de sí, ordenó al Alcalde Francisco Infante el ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo, hasta ese momento baluarte invencible.  Infante usó entonces la siguiente estrategia: buscó indígenas pacificados y fieles a España que conocieran el modo de llegar a la vivienda del cacique, protegida por escarpada montañas de la zona y por los aguerridos hombres de Guaicaipuro. 
Logrado ese objetivo, partió entonces con 80 hombres y su fiel lugarteniente Sancho del Villar.  Sobre la media noche llegaron a Suruapo por un camino desprotegido y penetraron hacia el caney del jefe indígena. Infante cubrió la retaguardia con 25 soldados y el resto acompañó a del Villar. 
Guaicaipuro se dio cuenta del peligro, pero era ya demasiado tarde.  Tomó la espada de su antiguo enemigo Rodríguez Suárez y con ella dio muerte a los primeros  que lo atacaron, pero la sorpresa lo dejó sin resguardo frente a medio centenar de hombres bien armados.
La noche favoreció a los españoles.  Los indígenas salieron a defender a su jefe, pero los arcabuces, las espadas y, sobre todo la sorpresa hicieron añicos la  resistencia indígena.
Las mujeres y los niños lloraban y gritaban espantados por el horror...


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