lunes, 1 de julio de 2013

Historia de Carrizal (VI).

CRONICAS DE LAS COMUNIDADES
CARRIZAL EN LA HISTORIA (VI)

Una de las herederas de las tierras de los Teque, Doña Josefa Ascanio y Tovar, mujer de don Juan Mijares, conservó la sexta parte de su herencia, la cual pasó a sus herederos.  Algunos de ellos fundaron haciendas en la parte de Carrizal.  Entre ellos los Mijares, los Vegas y los Ascanio.  A su vez, sus herederos, habían vendido sus  derechos a otras personas. El 6 de septiembre de 1824, la señora Camila Madríz, vende al señor Juan José Rodríguez, vecino de San Antonio, el derecho y acción que le corresponde en las tierras de Carrizal.  Ninguno de los otorgantes sabía firmar, según el testimonio del escribano público Manuel Gómez, ante quien se otorgó la escritura; luego de esto, los herederos del Conde de la Granja, también comenzaron a vender sus propiedades, en un convenio de partición realizado ante un Tribunal el día 9 de febrero de 1825.
El señor Tomás Martínez Guardia, fue el representante de la señora Rosalía Madríz, una de las propietarias más fuertes; era quien cobraba los arrendamientos de doña Rosalía quien ya había vendido gran parte de sus derechos a José Manuel Álvarez.
En dicho convenio de partición, las partes acordaron respetar las ventas hechas anteriormente y no vender más terrenos mientras no se efectuara la división total de las tierras, con excepción de un terreno que habían ofrecido comprar los vecinos de El Carrizal “...suficiente para el pueblo que se trata de fundar…”, a lo que todos los contratantes convinieron vender una legua de tierra a éstos vecinos, aunque la venta nunca llegó a realizarse.
Las casas se habían ido asentando en un pequeño recodo, casi donde se inicia el pequeño valle que se desenvuelve junto al riachuelo manso de aguas herrumbrosas, donde las colinas son suaves, de amorosa mansedumbre, que se prolongan hasta Corralito en medio de otro hilillo terso de agua fina.  A los costados del sur y al oeste, cae bruscamente la tierra, despeñándose en áridas laderas hacia Paracotos y Tácata.
Por los otros lados, las colinas se empinan ásperas; se hacen más altas hacia Los Budares, cerca de los límites con San Antonio y hacia Pan de Azúcar donde voltean hacia Los Teques.
Todos los Altos Mirandinos dependían eclesiásticamente de Los Teques. La parte más poblada y más antigua era San Diego, todo lo demás eran vecindades dispersas en esa vasta geografía montañosa. Aumenta la población y comienzan a sentirse las dificultades por lo alejado del  centro parroquial y los problemas de las vías de la comunicación.
Los habitantes del pueblo de Carrizal, encabezados por Manuel Pérez, Domingo Francisco Pérez, Juan Campos y otros apoyaron rotundamente a San Antonio y elevaron un memorial al Obispo en el cual expresaban textualmente: “ Fue un pleito largo, con testimonios, traslados y deposiciones.  A pesar de lo atinado de su petición, no obtuvieron capellán y siguieron unidos a San Diego".

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